Las ruedas emiten un guiño a cada visitante, el carro entero reverencia a los que aligeran su carga. Cajas de madera claveteada cruzan la calle alzadas por cadenas de brazos, hasta cruzar el umbral de la gigantesca casa del alcalde. Son apiladas sobre suelo de madera añeja, retando combaduras y grietas; alzándose en torres que desafían vigas colosales, torcidas y carcomidas, hasta rozar el gigantesco techo desconchado.
lunes, 29 de julio de 2013
lunes, 22 de julio de 2013
Charles Bison
Varias arañas, tejen su luz, pergeñando la trampa que retiene a incautos durante toda una noche; perdidos en dados y cartas, en cálidas carnes que soportan, firmes como rocas, las embestidas de la vida por el mortecino brillo del vil metal. Ajeno a todo, oculto de la gran sala, se encuentra un pequeño reino, fuego, caldo y aromas, un bosque de hierro fundido repleto de ingredientes que siempre contiene más de lo que parece albergar.
lunes, 15 de julio de 2013
Vera O'Hara
Una nube de gente se agolpa bajo el grueso toldo, en caos ordenado, con metal en mano, para conseguir la entrada. Sombreros elegantes y gorras de fábrica, codo con codo, intentando adivinar qué hay tras el telón rayado. Por encima de ellos, sobre los hombros de un titánico ser de madera, tallado en tierras exóticas, un hombre ondea su bastón y expulsa a través de un brillante cono metálico, la llamada a los visitantes: ¡Pasen y vean!
lunes, 8 de julio de 2013
Will Nake
La luz tenue del alba, filtrada por el vidrio traslúcido de una ventana helada, ilumina la estufa de hierro fundido: fuerte, humeante, enrojecida por las llamas internas. Sobre ella una mano, herida por los años, coloca una taza de hojalata, cubierta de porcelana, con el caldo oscuro de un café mal colado, de sabor añejo y potente. El aroma inunda la estancia, mezclándose con las humedades y desconchones de la pequeña caseta.
lunes, 1 de julio de 2013
Ángel Romero
Caracol de madera y metal, deja el rastro de dieciséis pezuñas y cuatro aros. Recortado ante el sol, penetra el horizonte; audaz fragata que embiste las olas amarillentas de un mar de polvo seco. A ambos lados se alzan, desafiantes, gigantescas islas de roca lisa recortada por el viento con vastas planicies en sus cimas. Abandona la tierra conocida y aparece, insignificante, a punto de ser engullido por el océano.