
Por dentro corrió un pequeño
riachuelo, una agradable sensación de control, majestad y
liberación. La recompensa de invertir el esfuerzo en uno mismo. El
sudor gastado en la subsistencia; la realización del reto para el
que estamos genéticamente preparados.
Pero algo accionó el interruptor y la
otra orilla comenzó a marchitarse. Los cielos nublados negaban la
compensación glacial. Desapareció la vida del lago y el espacio
acuoso se manifestó inabarcable. Las tormentas destrozaron mi débil
embarcación y golpearon con crueldad hasta destruir mi choza. La
humedad y el frío anidaron en las entrañas de mis animales sin que
nada pudiera hacer para salvarlos. Finalmente, las aguas
crecieron hasta engullir aquel humilde pedazo de tierra que pareció
no haber existido nunca.
Una grieta reseca hería el ánimo.
Desasosiego, pérdida y desconcierto. Un vacío simplón que decidí
taponar con las opciones de recreo dispuestas, al alcance de
cualquiera, para tal efecto.
Esta chulo, aunque el final no me ha gustado mucho. No creo que el vacío sea simplón en cambio si las opciones de recreo.
ResponderEliminarBueno un saludo y sigue escribiendo que aunque no conteste siempre te leo.
Au cacau.
No te falta razón, de hecho las opciones de recreo prefabricadas sólo consiguen taponar el vacío "simplón".
ResponderEliminarMuchas gracias por visitar estas tierras. Tus comentarios siempre son bienvenidos.