Fanales ciegos que deambulan por el mundo consumiendo lo
cotidiano en busca de lo magnífico.
Errantes naturales que, en su vagar, suscitan una senda etérea de difuso
retorno. Un lugar insólito en el que poco a poco se desvanece el modo de transformar en real lo abstracto.
La vista clavada en el blanco: método,
técnica y eficacia. Pupilas moviéndose a ritmo frenético, creando
patrones, fijando las guías por las que la tinta deberá correr. Una
estructura en la que anclar el mundo volátil: argollas de hollín
para las formas volubles y cercos de tinta para sensaciones y
esencias.
Un resultado curioso: meras líneas,
restos de carbón rasgado en un papel, y simples rayas, hilos de
tinta manchando la trama, recuerdan lo imaginario. Ofrece al receptor
un recorrido hermético de sueños ajenos y forja de sensaciones
propias.
El efecto de convertir al sujeto
pasivo, en artista.
Dejando que la tinta fluya por la extensión de su brazo, su plumilla, su lápiz, su carboncillo... anhelando ser algo más que un ser vacío, llenando lienzos en blanco, completando deseos en trazos. Cuando el hombre deja de ser hombre y se convierte en artista, cuando deja de ser persona y se convierte en dios de la tinta, del carbón, del papel... Lienzo, útiles y persona, eso hacen de él alguien especial, espero que siga mucho tiempo regalándonos su arte y su "enfermedad".
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