lunes, 2 de septiembre de 2013

Polluelos (2)

El horizonte extirpa los últimos resquicios diurnos de la oscuridad terrenal. Dos figuras recorren las sombras, adivinando en la negrura los últimos trozos de leña. Un carro maltrecho, descansa entre árboles, acurrucado por el murmullo de un río que fluye unos metros más allá, colina abajo. El silencio envuelve cabezas y hombros en una tela liviana y confortable, herida solo por zumbidos agudos de pequeños insectos.

La mujer alimentaba el fuego dentro de la pequeña cúpula, apenas unas cuantas piedras unidas con barro. Timmy y Jim dejaron caer la última remesa de leña y se dispusieron a mezclar la harina, el agua y el resto de ingredientes, siguiendo la receta de la buena tata. En otras circunstancias hubieran tardado segundos en estallar las risas, con humo de harina y el eco flojo de reprimendas contenidas en la retaguardia.

Pero esta vez, Tim removía la mezcla con mecánico vaivén, con el rostro apagado y la mente ausente, intentando rehuir el daño. La buena Violet tenía la mirada fija en las llamas, intentando vislumbrar en aquel montón de leña seca y tronchada, los huesos del joven Jack; con aquellos gusanos incandescentes consumiéndolos, otorgando el descanso eterno. Solo Jimmy parecía despierto, activo; había dejado a un lado el saco de harina y contemplaba la luna con la curva marcada de una sonrisa en sus ojos.

-Salimos vivos...

Fue casi un susurro, apenas una bruma que salió del joven con la naturalidad de un manantial. Pasó por delante de Tim, quien aferrado a su palo, seguía a cientos de kilómetros de distancia. Hasta envolver a Violet y arrancarla de su ensimismamiento.

-¿Qué ha dicho, señorito Jimmy?

-Salimos con vida, tata. Podríamos haber muerto, aquella gente podría haber acabado con nosotros; podrían habernos cazado mientras huíamos. Pero disparamos; les obligamos a mantener las distancias. Si hubieras visto lo grande que era el guarda; el golpe que me dio. Y aún así me puse en pie y conseguimos salir. ¡Fue increíble, Violet! -los colores le volvían al rostro, los ojos se iluminaban y podía verse el ímpetu vital latiendo en su pecho; hablaba fuerte, casi gritando, con la tranquilidad que otorga la niebla que separa mente y entorno.

Siguió hablando, desde el trono de su excitación, liberando el ánimo, creciendo hasta rozar con los dedos la misma luna. Hasta que una mano irrumpió del cielo derribándolo de un golpe; una mano grande y fuerte, curtida por el trabajo, herida por las pérdidas acumuladas y los desmanes sufridos... una mano cargada con demasiada ira para tal adversario.

-¡Ha muerto tu hermano, maldita serpiente! A estas horas su cuerpo estará en medio del pueblo, colgando de una soga; rodeado de indeseables que desearían que aún viviera para poder seguir castigándolo. Quién sabe lo que estarán haciendo a su cuerpo inerte. Recuerda a Jack, porque no lo verás más. Nos ha dejado y solo sabes regodearte por haber huido, por haberle abandonado. ¡Maldito cobarde, escaparte te parece una gesta? ¡Siempre así, huisteis todos, dejándonos a su merced; abandonándonos a los que no podíamos ir a vuestro ritmo, arrebatándonos la oportunidad de atravesar la noche hacia aquel tren!

Jimmy miraba aterrado la montaña furiosa que se le abalanzaba, tronando, con relámpagos de odio cruzando su frente. Incapaz de articular las palabras adecuadas para calmar aquel dios, se limitó a encogerse y musitar quejidos lastimeros. Solo el ruego alto y claro de Tim, logró herir las nubes y apartar la tormenta.

Violet observó incrédula sus manos manchadas de sangre; notó el calor aún en su rostro y los ríos salados cayendo por sus mejillas. Miró ante sí y vio al joven Jimmy, indefenso, con algo de sangre en su nariz y el semblante desencajado. Lo abrazó por instinto, intentando evitar la reacción lógica que iba a tener lugar; lo apretó contra su pecho para absorber todo mal, a la vez que expulsaba de su cabeza recuerdos enterrados de crueldad, egoísmo y traición; del dolor que supone la atroz supervivencia bajo el yugo.

Estuvo un tiempo así, hasta notar las manos de Tim tanteando en busca de cobijo. Aflojó sus brazos y dejó salir a Jimmy, quien abandonó el refugio, se acercó al fuego y permaneció el resto de la noche en silencio, contemplando la luna.

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