La luz anaranjada del sol ilumina la casa de adobe, el pequeño cerco blanquecino que la rodea, su puerta y sus ventanas; tras las esquinas, la oscuridad azulada oculta la cal y emborrona tierra, hierbajos y cactus. Tres figuras apostadas a tiro de rifle de la entrada, parapetados tras un par de rocas y un carro cruzado. Silban los plomos, astillando madera, adobe y cal, en busca de carne, huesos y sangre.
El Dr. Well se asomó lo justo, situó la mirilla en una de las ventanas y comenzó a apuntar un poco más a la derecha, para compensar el viento. Antes de apretar el gatillo, otro estruendo sonó y la chistera voló por los aires.
-¡Magnífico disparo! ¿Han visto, casi me devuelve a la tierra?
Lily respondió al fuego, pero nada se escuchó; solo la estela de humo bailaba burlona, como único testigo de la presencia del tirador.
-¡Mierda! ¡No hace más que moverse! ¡No hay manera de darle!
Jimmy echó un vistazo a su alrededor. Salvo las rocas y el carro, no había otro parapeto hasta los treinta pasos que les distanciaban de un sagüero. Se puso en cuclillas, acercándose lo máximo posible al extremo del carro y calculó la carrera hasta el gran cactus; pero otro rifle rugió exigiéndole, entre esquirlas de roca, que mantuviera su posición.
-¡Maldición, doc! ¡Dijiste que estaría solo!
Well volvía con su chistera, pasando el dedo por el agujero que había dejado la bala, a pocos centímetros de donde solía estar su cabeza.
-Y está solo, joven Jimmy; al menos en parte.
Un par de proyectiles mordieron el carro; uno de ellos salió despedido hacia una de las rocas y pasó silbando entre los caballos, que seguían a cubierto tras la improvisada barricada. Estos comenzaron a relinchar y a moverse frenéticamente; Lily dejó un momento el rifle y acudió a calmarlos.
-¿Y qué demonios quiere decir “en parte”?
Jimmy disparó casi por inercia: apretó el gatillo, accionó la palanca y, antes de que el casquillo tocara el suelo, volvió a enviar otra bala hacia el mismo destino.
-Bueno, estaba casado con una mejicana; Luz se llamaba. Una muchacha muy agradable y servicial.
Otro disparo les obligó a agacharse instintivamente. Lily volvió a coger su rifle, lo cargó de nuevo y, tras asomarse ligeramente por uno de los lados del carro, esperó el siguiente fogonazo, antes de desvelar su posición.
-Pues, doc, parece que ha cambiado de mujer.
-Esto no tiene sentido. “El seco” no es hombre de bravadas gratuitas. Solo demuestra el valor cuando le es de alguna utilidad. A estas horas, hace tiempo que habría aprovechado la situación para huir, mientras el otro tirador nos mantiene a raya.
Jimmy resopló y tras negar levemente con la cabeza, apoyó la espalda contra la roca y miró al viejo doctor.
-¿Y si tienen algo que proteger? Algo demasiado pesado para huir...
El doctor abandonó la posición de disparo y, tras quitarse la chistera, se colocó al lado del futuro ayudante de sheriff.
-Eso es imposible. El resto de la banda se encuentra paseando en barca con Caronte o picando roca tras el desastre de hace poco más de un mes. Hágame caso, joven Jimmy, este caballero no ha tenido tiempo ni ganas de plantearse siquiera regresar a sus quehaceres.
-Pues entonces ya me dirás, doc; pero esto no tiene buena pinta.
Lily, mantenía la vista clavada en la casa; el rifle cargado y el dedo rozando la guarda del gatillo.
-Bueno, cuando los señores quieran acabar su reunión, quizás podríamos decidir algo. Parece que han dejado de disparar, pero de momento soy la única que se juega el cuello.
Well puso sus manos a ambos lados de la boca, tomó aire y, sin moverse del sitio, habló con todas sus fuerzas.
-¡Pancho, amigo! ¡Soy yo, el Dr.Well!
Tras un leve silencio llegó una voz del otro lado.
-¡Hola, doctorcito! ¡Es fácil reconocer tus andares de zopilote y ese sombrero roñoso! ¿Que tal todo? ¿Algún agujero nuevo?
-¡De momento no hay ningún mal que debamos lamentar; salvo quizás cierto nerviosismo en las bestias por lo intenso de la tormenta! ¡No negaré que ha sido un comienzo divertido; pero, a qué viene tanto recelo, mi buen amigo?
-¡Sigues siendo una vieja chachalaca! ¡No es recelo, compadre, solo ganas de abrirte un agujero en las tripas! ¡Y vienen por el gringo que te acompaña y esa mujer de pelo blanco! ¡Las noticias vuelan!
-¡Eso facilita las cosas! ¡Le comentaba, aquí a mi amigo, lo extraño de su proceder; pensaba que haciendo uso de su más que legendaria astucia, Pancho “el seco” estaría ya lejos de aquí! ¡No obstante, me alegro de que haya decidido quedarse! ¡Más aun me alegraré cuando venga con nosotros!
Jimmy y Lily buscaban un reflejo, un movimiento, el más mínimo indicio de la situación de su presa; cuando una voz femenina brotó de la casa.
-¡No señores, Pancho no sale de aquí! ¡Ni va a huir, ni se va con ustedes!
El viejo doctor abrió los ojos sorprendido al reconocer la voz.
-¿Luz? ¿Es usted, señorita Luz?
-¡Señora Luz, don Well! ¡Mujer de Pancho Sarcos Piedra!
-¡Un placer señora Luz, lamento tener que decirle que su marido se encuentra en busca y captura! ¡Y que es nuestro deber entregarlo a la justicia!
-¿Y qué justicia es esa? ¡Porque mi marido no es más que un "pelao" lo bastante hombre como para hacerme 12 hijos, que se pasó los años buscando la forma de no parar por casa! ¡Pues eso se acabó, señores! ¡Les juro por la virgen que no van a llevárselo, porque pienso poner todas mis entrañas en cada una de las balas que vayan hacia allí! ¡Y tampoco va a huir, porque como intente abandonar esta casa, pienso dejarlo muerto aquí mismo! ¡Así que ustedes verán! ¡Si no les van a pagar por dos difuntos, dense media vuelta!
-¡Se ha explicado a la perfección, señora Luz!
Y sin decir nada más el doctor Well se incorporó, sacudió el polvo de sus ropas, se colocó la chistera y comenzó a preparar los caballos.
-Pero... ¿se puede saber que haces, doc?
-Ya la ha oído, Jimmy. Esa no va a ceder, cueste lo que cueste. Y no serán los muertos quienes le ofrezcan su nuevo trabajo. Necesitamos capturas, hombres vivos que demuestren que es capaz de arreglar las situaciones de un modo civilizado...
-¿Y ya está? ¿Les dejamos? ¿Así de fácil?
Lily soltó el rifle, miró a Jimmy, bajó la vista y comenzó a ayudar a Well.
-¿Tú también? ¡Venga ya, si son nuestros! ¡Es solo cuestión de tiempo!
-Señor One, no se trata de ganar, sino de capturarles. No lo convierta en algo personal, porque, a ese nivel allí solo veo un ladronzuelo y una pobre mujer con 12 bocas que alimentar. Comprendo la herida en su orgullo pero dejó atrás el tiempo de vivir matando. ¿De qué le sirven el hambre y la sangre que va a provocar? ¿Y la posible venganza de alguno de los hijos?, ¿o también piensa acabar con ellos? Vamos, amigo, sigamos nuestro camino y olvide este lugar, como si nunca hubiera estado en él. Y si no es capaz de hacerlo, y le sirve de consuelo, piense en la vida que le espera al pobre Pancho; pues le aseguro que tiene mucho que pagar entre esas cuatro paredes... Ah, si la hubiera visto hace años... preciosa y cálida Luz de la mañana, cuánto mal sufrido, ahora gélida y cegadora.
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