Ilustración de Cortés-Benlloch
El brillo anaranjado del sol reflejaba, cobrizo, en la esfera de bordes dorados del reloj. El señor Cook presionó la tapa con el pulgar hasta escuchar el limpio «clac» y alzó la vista hacia el joven que permanecía expectante frente a él.
—No puede ser... ¿Jack Crow?, ¿estás seguro de haber oído bien, chico?
—Le aseguro que sí, Sr. Cook, el señor Abe lo dijo claramente. Fue él quién mató a Tom y
Owen; quería hacerse con el hotel.
El señor Cook respiró hondo y soltó aire negando calmadamente con la cabeza, mientras
observaba, ensimismado, su reloj.
—No, Bill. Jack era un fanfarrón, un tipo de genio corto y mano larga, pero leal, o simple...
como quieras verlo. Un revólver no puede disparar a la mano que lo maneja. Si buscas un
traidor deberías mirar entre las faldas del hotel... esa zorra de Maggy, ella sí que carga las
balas. Ella es quien tiene engañado al pobre Thorn; desde lo de Bowler, ya no es lo que era.
—¿Maggy?, pero ella es ahora la mano derecha del Sr. Thorn. ¿Para qué iba a intentar
hacerse con el hotel?
—Eso es lo que quiere que creamos. Y parece que Abe ha entrado en el juego. Siempre he
sabido que cojeaba hacia ese lado, pero nunca hubiera imaginado que tomaría partido de
forma activa. Él estuvo con nosotros desde el principio, poniendo los primeros tablones de
este sitio... conocemos mejor que nadie cómo funciona este lugar; como te pasará a ti dentro
de muchos años.
—Sr. Cook, no me pareció que el Sr. Abe supiera algo.
—¿Y qué vas a saber tú? No son temas que un chico pueda comprender... Solo te diré que
algo va a pasar y vendrá de esa mujer. Habrá que tener los ojos bien abiertos, vigilarla y
recoger toda la información que sea necesaria, porque Thorn no nos escuchará si no hay
pruebas que corroboren la información. Este pueblo ha vivido varias tragedias en poco
tiempo, eso mina la confianza y tambalea los cimientos de cualquier la estructura.
—Puede que tenga razón, es una lástima.
—¿Una lastima? No, es el momento perfecto para quien sepa aprovecharlo. Es ahora cuando
debemos de actuar.
—Pero, todos los problemas, las pérdidas de este pueblo, ¿y todos los que han muerto?
—¿Esos?, ya no están con nosotros. Solo son muertos.
El viejo Cook, soltó la esfera y dejó que la cadena se deslizara entre sus dedos hasta que el
reloj entró en el bolsillo de su chaleco.