Tras varios días, el carro sigue imperturbable, fiel a su senda. Allá a lo lejos, con la loma a punto de rozar el cielo, se adivinan las cimas de cordilleras de edificios, erigidas a ambos lados del camino. Es allá donde el blanco arenoso muda el bordeado marrón grisáceo de las plantas, la tierra rojiza y las rocas; por maderas pintadas, carteles con grandes letras y el alegre movimiento del bullicio de la gente.
-¡Ey, Doc! ¿Qué tal si dejas la botella tranquila?
El viejo izó el vidrio, acabando con buena parte de su contenido, y contestó desde el palanquín, sin apartar la vista del camino.
-Dígame, querido One, ¿qué mejor vendedor hay, sino el principal valedor del producto que ofrece?
-¿Qué tal aquel que guarda algo de su mercancía para el cliente?
-¡Oh, vamos! Aun quedan botellas suficientes para dar sosiego a todos los afligidos de estas tierras, ¡qué digo, de este país! ¡Si alguno queda sediento, por lejos que esté, no será el Doctor Well quién le deje en la estacada; pues aunque las canas adornen mi cabello, las nieblas acechen mis ojos y viejos rencores atenacen mis piernas, este tónico me devuelve la vida! ¡La fuerza equina que mueve este carro, camina sin descanso, rastreando la sed! ¡Y no habrá nadie, ni una sola alma apenada en todo este territorio, a quien el Doctor Well no devuelva la fe!
El viejo gritaba alzado en su palanquín. Con una mano aferraba las riendas y con la otra esgrimía la botella hacia el cielo, balanceándose, enrojecido, en un equilibrio imposible de comprender.
-Menos mal que compramos candados para el resto del cargamento...
Lily emitió sus palabras susurrando a One; apenas una brisa leve ante el vendaval que comenzaba a desplegar el viejo doctor. Y sin embargo, este escuchó, soltó su orquesta y se giró hacia el interior del carromato, dejando a los animales continuar a su aire.
-¡Gracias, bienaventurada Lily! ¡Pues poco menos ha de decirse a las que como tú, pertenecen al más bello sexo! ¡Vosotras, injustamente culpadas del primer pecado, ofrecéis generosamente el perdón; pues aunque haya quien lo niegue, es necesaria tan dura prueba, para obtener, una vez superada, la dulce y grata redención! ¡Y no creas que exagero, porque deberías saber que hasta un alma perdida como yo, dejaría todo cuanto le ofrece el diablo, por un reconfortante abrazo y el par de sonrisas que descansan en ti!
Miró One con cara de pocos amigos. Miró Lily también, calculando el momento adecuado para poderlo empujar; mas el pueblo asomaba y, después de todo, aquel viejo borracho sabía lo que debía hacer. Con la mirada fija en el pueblo, apuró el último trago, recolocó chaleco y pajarita, asentó el sombrero y comenzó a aclarar la voz.
-De acuerdo hijos, no escuchéis a este viejo con odio o rencor. Vamos allá, ya sabéis como van las cosas.
Hicieron los últimos retoques mientras entraban en el pueblo. Paró el doctor, dejando el carromato con las letras bien visibles, su efigie dibujada sobre la madera, junto al de una bella muchacha y un aguerrido pistolero. Bajó con un bastón y un taburete, y sobre él invocó su orquesta.
-¡Acérquense bellas damas y bravos caballeros! ¡Solo 10 centavos! ¡Que vengan los niños y ancianos! ¡Sean todos bienvenidos a este espectáculo! ¡El Doctor Well's Medicine Show está aquí para ustedes! ¡Observen a la hija del hielo, belleza nívea encontrada por una de las más importantes expediciones en los perdidos confines boscosos del gélido norte. Maravíllense del contraste de sus dulces y melodiosos rasgos, su mirífico cabello albo y el frío seco e imponente de la fuerza de su mirada! ¡Vean a One, uno de los más certeros pistoleros, defensor de las damas, compadre sin par y el más letal de los enemigos. Asómbrense con su legendaria puntería: sombreros, monedas, incluso pulgas es capaz de acertar a casi cualquier distancia! ¡Acérquense también aquellos que tengan algún mal: dolor de cabeza, reúma, fríos nocturnos, temblores, calores, sudoración, dolor de muelas, ahogos, apatías y cualquier otro tipo de mal interno o externo. Dense un premio, disfruten del espectáculo, adquieran un tónico del Doctor Well y gocen la ausencia de los males que les aquejan! ¡Vengan amigos, solo 1 dólar por el paraíso en el que el único desterrado es el mal!
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